Recuerdo a los judíos etíopes bajando de los aviones y besando el suelo de Israel
Por Ana Jerozolimski, Directora de Semanario Hebreo Jai, de Uruguay
“Beta Israel”, son los judíos de Etiopía, considerados descendientes del encuentro amoroso entre el Rey Salomón y la Reina de Saba. A raíz de las leyendas al respecto, en Etiopía se dice hasta ahora que el Arca Sagrada está en su tierra.
Fue un operativo militar secreto, debido a la situación interna en Etiopía. El régimen de Mengistu Haile Mariam con el que Israel tenía relaciones diplomáticas, estaba por caer. El gobierno del entonces Primer Ministro Itzjak Shamir ya estaba negociando con Mengistu el permiso de salida para los judíos que deseaban llegar a Israel. Los insurgentes se estaban acercando a Addis Abeba. No quedaba mucho tiempo. Finalmente llegó el permiso. Israel pagó una suma multimillonaria a Mengistu para que permita sacar a los judíos etíopes. Y comenzó el impresionante operativo.
Recuerdo aquel mediodía. Si no me equivoco, era sábado. Recibimos de la Oficina de Prensa del Gobierno la confirmación: llegar a una hora determinada a una de las bases militares de la Fuerza Aérea, para la conclusión histórica de un operativo secreto. Creo que recién al llegar allí nos confirmaron de qué se trataba. Ahora me vienen dudas al respecto. No descarto que nos hayan dicho ya en el momento la razón, aclarando que está prohibido transmitir nada sobre el tema hasta que los aviones hayan llegado.
Esperé expectante. Fui con mi hermano Ariel, fotógrafo de prensa, a una base de la Fuerza Aérea a la que llegarían algunos de los aviones. Otros aterrizaron en el aeropuerto internacional Ben Gurión. La mayoría eran aviones de la Fuerza Aérea, pero hubo también varios civiles, de El Al y compañías extranjeras.
Ariel me sacó aquel día una de las fotos más emocionantes que tengo. Estoy de costado, con un notorio vientre de casi del fin de mi segundo embarazo, con Mijali esperando salir al mundo. Y de fondo, uno de los aviones Hércules de la Fuerza Aérea de Israel, acortando distancias en ese mundo en el que se volvía a confirmar la grandeza del pueblo judío.
Recuerdo la escena cuando se abrieron los aviones. Un mar de hombres y mujeres de piel oscura, ojos grandes e incrédulos, la enorme mayoría vestidos de blanco, comenzó a bajar del vientre de esas naves mágicas que los habían traído de otro mundo. De otra cultura y de otro tiempo. Las mujeres llevaban a sus bebés en la espalda o debajo de sus faldas. Varios hombres se tiraban al suelo a besar la tierra de Israel. No era la “Yerushalaim” de la que les habían hablado siempre, de generación en generación, pero ya estaban más cerca de ella.
Oficiales de la Fuerza Aérea, entre ellos también pilotos, se secaban las lágrimas de sus ojos.
El pueblo judío hacía historia.
Como es sabido, no todo fue jardín de rosas en la absorción de los inmigrantes judíos etíopes. Fueron cometidos muchos errores. Algunos por aires de superioridad, por paternalismo, por mil razones que se podrían haber evitado. Pero también hubo innumerables éxitos. Israel quiso traer a sus hermanos de Etiopía, y aunque hubo tropezones en el camino, ese fue un operativo ejemplar.
*Publicado el 26 de mayo de 2020, en www.semanariohebreojai.com.