Nuevas soluciones, mismos humanos
Por Roman Yosif Capdeville
Lo primero que amerita analizarse es cómo debemos enfrentar este desafío llamado COVID19. Para esto, creo que la reciente columna de Yuval Harari en el Financial Times da en el clavo respecto a las dos tensiones que tenemos a nivel mundial. Primero, relacionado a desde donde se enfrenta una crisis de esta naturaleza: desde el control puramente del Estado, tipo “Gran hermano”, o -por otro lado- desde potenciar el “civic engagement” y las posibilidades que nos dan las democracias en estos escenarios. Y segundo, tenemos el dilema las relaciones internacionales: colaboración global o aislamiento de cada país.
Frente a estos dos dilemas, creo que aparece como evidente que ninguna postura radical sirve, ya que hay tantos factores nuevos en esta emergencia y sencillamente no controlamos varios, que extremar posiciones no parece prudente. En cambio, sí parece interesante que, dado el “experimento global” del cual todos estamos siendo parte, se abren múltiples y exponenciales espacios de innovación en todos los ámbitos de la vida humana, lo cual implica estar abierto a todas las posibilidad de como ir enfrentando el Coronavirus.
Si es que algo bueno puede traer una emergencia sanitaria de estas magnitudes, es que nos obliga a romper muchísimos paradigmas que -sin una crisis de este tamaño- nos habríamos demorado años en romper. La implementación de la transformación digital del Estado, la masificación de la economía circular, la instalación del teletrabajo como estándar, la generación de nuevos modelos de logística y colaboración entre grande y pequeñas empresas, el establecimiento de nuevos modelos de educación, entre muchos otros.
Pero quizás los que más van a sufrir cambios radicales son nuestros sistemas de salud, que claramente no están preparados para un enemigo de este nivel. Emociona ver como innovaciones locales, como la mascarilla con cobre que se imprime en 3D, se viralizan por el planeta, y este no será un caso aislado, es la punta del iceberg de un fenómeno extraordinario de desmonetización y democratización del conocimiento con fines públicos.
Finalmente, si nos vamos al plano de lo que viene después de punto clímax de esta bien llamada “tormenta perfecta”, es como preguntarnos qué mundo queremos construir hacia adelante, qué tipo de sociedades emergerán, cómo serán las relaciones personales y profesionales, y -por sobre todas las cosas- qué habremos aprendido.
En esa mirada de mediano y largo plazo, seguramente este virus nos habrá cambiado la manera de entender las cosas y, por ende, la manera de hacer. Y eso es lo que -profundamente- implica la innovación: más allá del tipo de soluciones que emerjan, tener la voluntad de mirar el mundo con un lente distinto, desafiando los status quo.
Es claro para mí que ese “nuevo mundo” que nacerá cuando pase la pandemia, será un mundo donde tendremos que mirar con mayor coraje los desafíos estructurales que tenemos: Cambio climático, envejecimiento de la población, automatización y pérdida de empleos, entre los más relevantes.
El pueblo judío sabe mucho de desafíos, crisis, guerras y caos. Es por eso que, como comunidad, debemos ser pioneros y sentirnos responsables de innovar en la construcción de ese futuro que se está generando todos los días, donde la combinación entre la ciencia y la solidaridad serán claves.
Seamos responsables, seamos audaces y, por sobre todas las cosas, seamos muy humanos al enfrentar lo que viene.