La exitosa y novedosa apuesta de The Cow Company
Por LPI
“Ha tenido una súper buena llegada, y creo que ha sido por dos cosas: la oferta de una “nueva normalidad”, es decir, una nueva forma de ir al teatro, y el poder llegar a lugares a los que no habíamos llegado nunca” señala. “Para mucha gente es normal ir al teatro, pero otra -por distintas razones- no había podido ir nunca. Hay gente de la tercera edad que no podía salir y ahora, después de harto tiempo, puede ver teatro. O gente de regiones, donde el teatro no llega o llega más tarde. Tenemos audiencia incluso fuera de Chile, chilenos que están arraigados en otros lugares”.
Cuando esto comenzó, como confiesa Marcos, Zoom era una plataforma que él también estaba conociendo. Contactó al escritor Rafael Gumucio, radicado en Nueva York, Estados Unidos, y juntos pensaron en desarrollar contenidos en esta modalidad, pero con la condición de que cumpliera con unos mínimos requisitos. “Primero, tenía que ser orientado más a la comedia que al drama, porque creímos que la gente no estaba encerrada en sus casas y con ganas de amargarse, por lo que queríamos ofrecerles un espacio de divertimento. Por otro lado, pensamos que la duración no debía ser más de 40 minutos. Y, en tercer lugar, quisimos que fuera algo escrito especialmente para este formato, para la plataforma, y que no tratáramos de hacernos los lesos con ella. El desafío era que Zoom fuera un actor más, no tratar de desligarnos de eso”.
En la primera obra, la trama trataba sobre un profesor que llegaba a conectarse y se encontraba con un solo alumno. Y cuando le preguntaba a por qué no había nadie más, éste le contestaba que porque sus compañeros están indignados porque la clase anterior la había hecho en bata. De ahí se desarrollaba la historia que incluía el reclamo colectivo de los estudiantes ante la vicedecana de su facultad, quien instruía al profesor a que -mientras estuviera en clases- su casa era la facultad, a lo que él reclamaba una invasión de la propiedad privada.
Luego de esta primera puesta en escena del ciclo “Living teatro” (porque es en vivo y como tener el teatro en el living), han seguido siete nuevas obras. Como explica Marcos, se dieron cuenta de que debían estrenar una nueva propuesta cada semana, aunque algunos días sábado hay posibilidad de ver una segunda función.
Además, The Cow Company ha desarrollado otras varias propuestas online, que han resultado igualmente exitosas. A “Living teatro” se le sumó “Living stories”, que consiste en la lectura dramatizas de autores nacionales a cargo de actores chilenos, en las que participan ambos. “La idea era vincular autores con actores, y hacer lecturas dramatizadas de cuentos, pensando que -como el teatro- también tuviera una duración del 30 a 40 minutos, y que tuvieran un arco narrativo donde hubiera un final”. Comenzaron con Pablo Simonetti y Cristián Campos, a los que siguieron luego Carla Guelfenbein y Antonia Zegers; Alejandro Zambra y Blanca Lewin, y Carolina Brown y Juanita Ringeling.
Y a esta oferta se sumaron shows misceláneos de magia, stand up e improvisación, y música infantil para los más pequeños, programación que se puede revisar en toda su extensión en el sitio web www.thecowcompany.com.
Con máximo por sala de mil conexiones, los organizadores calculan que por cada conexión hay 2,5 personas, lo que supera con creces la capacidad presencial de cualquiera de las salas grandes de Santiago, como el Teatro Oriente o el Municipal de Las Condes, que cuentan con un aforo para mil personas. Por eso, Marcos Alvo cree que si bien esto “lo vimos como un paréntesis, como un paso de lo presencial a lo online, hemos llegado a personas y ciudades a las que no podíamos llegar, y quizás es un fenómeno que llegó para instalarse”.