La batalla contra el COVID19 en primera persona
Por LPI
Médico Cirujano de esta misma casa de estudios, Daniela se especializó en Medicina Interna. “Terminé mi primera especialidad a fines del 2015 y desde entonces trabajo en la UCI (unidad de cuidados intensivos) del Hospital Clínico de la Universidad de Chile”, relata y agrega: “Hice además un diplomado de la Universidad Católica de Ventilación Mecánica y trabajé como internista en la unidad de pacientes críticos de la Clínica Alemana, hasta el 2018 en que tuve que dejar la Clínica pues entré a hacer la subespecialidad Cardiología en la Universidad de Chile. Sin embargo, mantuve mi cargo en la UCI del HCUCh. Llevo casi cinco años trabajado en una Unidad de Cuidados Intensivos”.
Cuando empezó la pandemia consecuencia de la expansión del Corona virus, los programas de formación de subespecialistas se vieron detenidos, incluido el suyo. Por eso, desde mediados de marzo está 100% dedicada al COVID. “Trabajo cerca de 72 horas semanales en esto. Entre la UCI del HCUCh (mi Alma Mater), y la UCI y UTI de la Clínica Alemana, a la que volví dada la contingencia”. Y aunque aclara que no es médico salubrista ni cuenta con toda la información de la red asistencial, sus respuestas a continuación son “el reflejo de lo que yo he visto y vivido”.
Daniela, las noticias son desalentadoras y empiezan a dar cuenta del colapso de los sistemas de urgencia de los hospitales públicos. ¿Qué tan real es esto? ¿Y qué pasa en la salud privada?
Lamentablemente es cierto. Muchos de los hospitales públicos ya están sobrepasados en su capacidad de atención. Hay ambulancias esperando más de 12 horas fuera de los hospitales con los pacientes dentro que no han podido ser atendidos. En algunas ocasiones, se ha tenido que trasladar pacientes a regiones por falta de camas críticas en Santiago. La salud privada es variable, cada clínica es un mundo aparte, que -si bien me atrevería a decir no se encuentra en la misma situación que los hospitales públicos- también están funcionando al triple de su capacidad habitual para poder contener la situación.
¿Cómo se han reforzado los hospitales para evitar el colapso definitivo? ¿Crees que vamos a poder pasar el peak del virus sin que eso pase?
-Desde que vimos venir esta avalancha empezamos a prepararnos. En casi todos los hospitales se empezaron a suspender todos los procedimientos y consultas electivas en miras a liberar la mayor cantidad de camas y a evitar el colapso. Si un paciente requiere una cirugía que no es urgente (una cirugía estética o de alguna patología sin impacto en la sobrevida, como de reflujo, por ejemplo) ésta se suspendía con el objetivo de evitar hospitalizar a estos pacientes. Se dejaron sólo agendadas cirugías de urgencia o de impacto vital, como de cáncer. Se empezó a capacitar personal, a sabiendas de que íbamos a tener que ampliar nuestra capacidad de atención. Se armaron grupos de trabajo revisando diariamente todo lo que se publica con respecto a COVID (son cientos de papers diarios) para establecer protocolos de atención. Todo esto, sumado a todas las medidas de protección del personal.
¿Qué pasa con la sintomatología de este virus? Las personas reportan síntomas tan variados como diversos, ¿por qué pasa esto?
-Efectivamente, estamos frente a una enfermedad desconocida, de la que vamos aprendiendo día a día. Hay pacientes asintomáticos, otros que hacen enfermedades respiratorias leves, otros que sólo tienen síntomas gastrointestinales y otros que hacen enfermedades muy graves. ¿Por qué las diferencias? Se han identificado algunos factores de riesgo, que se asocian con enfermedades más graves, por ejemplo la edad y la obesidad. Yo te diría que de todos los pacientes menores de 50 años que he visto hospitalizados graves por COVID casi el 100% son obesos. La exagerada respuesta inflamatoria de los obesos es algo que ya habíamos visto en influenza, pero que ahora se nos hace tanto más evidente. Sin embargo, incluso en pacientes previamente sanos, la enfermedad puede ser bastante intensa.
También se han informado los contagios de personal de la salud, y ya se cuenta un lamentable fallecimiento. ¿Cómo se cuidan Uds.?
-Utilizamos múltiples elementos de protección personal. Por ejemplo, la ropa que usamos en el hospital o clínica es sólo para esto, nos cambiamos antes de irnos a la casa, sobre esta nos ponemos pecheras (como delantales) de plástico entre cada paciente, gorros, mascarillas tipo N95 o KN95, antiparras y/o escudos faciales, guantes. Todo lo que es desechable se elimina entre un paciente y otro. El celular se mete en una bolsa ziploc. Sumado a esto nos lavamos las manos cien veces al día, hasta que nos salen grietas, literalmente.
¿Cómo cuidan, también, su salud mental?
-La verdad es que ha sido un tema muy bien abordado a mi juicio. Muchos terapeutas se han puesto al servicio del personal de salud, dispuestos a ayudar pese a los bemoles económicos, y eso se agradece. En lo personal, la semana pasada me tocó un turno muy duro en el hospital, se nos murió un paciente de 40 años pese a que hicimos todo lo que podíamos por él. Cuando supe que ya no había nada más por hacer, me quebré. A las pocas horas me contactó mi jefa con la psicóloga del hospital.
Hay gente que sabe lo difícil que es esto y esta ahí para contenernos y ayudarnos a seguir.
¿Cuál es tu rutina diaria? ¿Cómo se organizan tus turnos? ¿Qué precauciones tomas?
-Como te contaba, hago turnos en la UCI del Hospital Clínico de la Chile y de la Clínica Alemana. En el hospital generalmente son de 24 horas, en la Clínica generalmente son de 12 horas. En total, hago cerca de 72 horas semanales. Los días son variables. Además, ahora han ido cayendo médicos enfermos y tenemos que turnarnos para cubrirlos. En el hospital prontamente se abrirán más camas UCI, por lo que me ofrecí a cubrir más turnos de forma voluntaria. Tendremos que ver como se arma eso. Las precauciones que tomo son el uso estricto de los elementos de protección personal, sumados a lavarme las manos como si el futuro del planeta dependiera de ello, y el ritual de desinfección al llegar a la casa: sacarse la ropa en la puerta, todo directo a la lavadora o a desinfectarse con cloro y tu directo a la ducha sin tocar nada.
Y cuando llegas a tener tiempo libre, ¿qué haces para relajarte y retomar la calma?
-Tengo poco tiempo libre, pero lo aprovecho al máximo. Después de recuperar el sueño en general siempre hago deporte en la casa, cocinamos algo rico y nos gusta mucho la música, así que Jan toca guitarra y vemos conciertos de rock. Es la mejor desconexión. Entremedio siempre me toca estudiar uno o dos papers diarios de lo que se va publicando sobre COVID para mantenerme al día. Y bueno, Shabat con mi familia por Zoom los viernes es un “boost” de energía que dura toda la semana.
¿Crees que esta situación de podría haber evitado? ¿Qué se podrían haber tomado otras medidas o que si la gente se hubiera comportado de otra forma se habría evitado llegar al punto en el que estamos ahora?
-Es compleja la pregunta. Creo que es una situación para la que ningún país del mundo estaba preparado. Y es muy difícil haberla evitado. No podemos ser ciegos a las circunstancias en las que viven muchísimos chilenos, como el hacinamiento y la incapacidad de hacer cuarentenas como corresponden por la necesidad de trabajar para poder comer. Ahora bien, siempre podemos hacerlo mejor. Hay aún MUCHOS de nosotros que, pudiendo, no respetan la cuarentena como deberían.
¿Qué mensaje le darías a los lectores de La Palabra para que tuvieran en cuenta para los días que vienen?
-Uf.
Les diría que se cuiden. Que hoy más que nunca debemos extremar todas las medidas. Que cualquier medida, por muy exagerada que parezca hoy puede salvar una vida. Que estamos lo más cerca de una guerra que nuestra generación ha tenido que vivir, y que si algo hemos aprendido como pueblo, es que estas cosas las superamos juntos, apoyándonos y no dejando a nadie atrás. Que confíen en nosotros. Que estamos haciendo todo lo humanamente posible. Pero que entiendan también que la situación es adversa. Que muchos van a dejar a sus familiares en las clínicas u hospitales un día y no van a tener noticias de ellos con la frecuencia que les gustaría. Es angustiante, lo sabemos. Pero detrás de esas puertas hay un sinfín de gente dado todo de si para sacar a los pacientes adelante. Así que ánimo, paciencia, y cuidarse.
