El desafío de vivir una experiencia beteliana desde las casas
Por LPI
Estudiante de segundo año de Ingeniería Civil de la Pontificia Universidad Católica de Chile, PUC, Javier está en Bet El desde muy pequeño. Como recuerda, fue a la edad de cinco años que comenzó a participar de las actividades del movimiento, y esto fue también siguiendo la tradición de su madre, Nurit Pollak, que fue parte de la generación fundadora de la tnuá. “Ella era madrijá de Maccabi Hatzair y fue el Rabino Eduardo Waingortin que la invitó a participar de Bet El, y por la buena impresión con la que quedó, nos llevó -a mí y mis hermanos- a participar del movimiento también”.
Javier es parte de la Kvutzá Ruaj y este es su cuarto año como madrijim. “Somos 12 personas en la kvutzá y hoy por hoy creo que están mis mejores amigos en este grupo” señala.
Fue en el segundo semestre del año pasado que se formó la actual Hanalá que dirige el movimiento, y en el desarme del campamento de este año, al que asisten sólo los madrijim, se oficializa a esta directiva en sus cargos. Sobre su nombramiento como Rosh, dice que lo primero fue formar el grupo que iba a asumir la Hanalá y que luego, entre ellos, decidieron quién asumiría el liderazgo, que recayó en él. “Vimos qué cargos eran los más óptimos para que Bet El funcione de la mejor manera, evaluando las fortalezas y debilidades de cada uno”, comenta Javier.
¿Qué lo motivó a aceptar el cargo? “La responsabilidad me motivaba, el hecho de mover a tanta gente y hacer algo bueno por la comunidad, además de aportar y devolver lo que me dieron a mí cuando niño, siempre sentí que era una forma de terminar mi ciclo en Bet El, me había planteado estar en la Hanalá. Creo que hay muchas cosas que podemos hacer por el movimiento, el grupo de trabajo de la Hanalá, tanto como el tzevet de madrijim de este año, tienen mucho potencial, y me sentía capaz de cumplir los objetivos que nos planteáramos a futuro”.
Te toca dirigir la tnuá en un momento muy especial, con la cierre de las instituciones comunitarias, entre ellas el Mercaz, y la cuarentena. ¿Cómo han vivido esto?
-Claramente el año que teníamos planificado en marzo no es el mismo que estamos viviendo, teníamos muchos proyectos para el año del sábado a sábado presencial. El Corona virus justo nos tocó cuando estábamos viviendo nuestro seminario de madrijim, que fue el sábado 14 de marzo, y que duraba hasta el día domingo, pero tuvimos que acortarla por la contingencia. Nuestros objetivos cambiaron drásticamente por el ambiente y el contexto nacional y mundial, pero creo que -a grandes rasgos- pudimos adaptarnos rápido al cambio, plantearnos nuevos objetivos y buscar nuevas plataformas para lograr llevar Bet El en modo de cuarentena, desde la casa.
¿Cómo les ha funcionado hasta ahora este ”Bet El online”?
-Para serte sincero, mucho mejor de lo que teníamos planificado, cuando se nos planteó el problema veíamos imposible llevar Bet El desde un computador. Creo que para cada edad es un desafío distinto, no es lo mismo hacerle juegos desde un computador a un niño de 7 años que a uno de 15, pero a grandes rasgos nos hemos sabido adaptar bien a las plataformas online, en especial a Instagram y a Facebook, y hemos podido hacer las actividades de la manera lo más “normal” posible para todos.
¿Cómo se organizaron con el curso de madrijim? ¿Están teniendo las clases online?
-Sí, durante un año normal el Majón LeMadrijim tiene clases todos los martes, y ahora están teniendo esas clases vía Zoom, por videos que les mandan los profesores y por tareas que también les mandan los mismos madrijim que les hacen clases a las escuelas.
Sobre lo que viene, Javier dice que tratan “de no mirar tan adelante, por toda la incertidumbre que existe, y que tratan de plantearse un futuro de semana a semana, pero en ese futuro buscamos perfeccionar los domingos online. Un gran cambio que hicimos fue cambiar a las actividades de los sábados al domingo (para no usar electricidad y romper el Shabat), y nuestro gran objetivo es que se cree una cercanía entre el madrij y el janij vía online, cada vez más estrecha. Obviamente que las relaciones a través de una pantalla son mucho más difíciles que presencialmente, pero nuestro objetivo es disminuir esa brecha lo más posible, para lograr que los janijim puedan sentir y vivir igualmente una experiencia beteliana desde sus casas”