Robert Funk: "Estados Unidos en una encrucijada".
Un sistema bipartidista como el de Estados Unidos requiere que ambos partidos sean lo que los gringos llaman una carpa grande, una gran coalición de diversos sectores e intereses. La dominación del Partido Republicano por parte de Donald Trump ya es un hecho, y los sectores tradicionales del partido – en la tradición de Reagan o Nixon, o se han sometido a la voluntad trumpista o se han refugiado en otros lugares, como el Lincoln Project. Pero el Partido Demócrata sigue siendo una coalición de grupos identitarios – latinos, judíos, afroamericanos, sindicatos, socialistas democráticos y conservadores – que hace que liderar el partido se convierta en una lucha permanente. Es uno de los desafíos que enfrenta cualquier posible candidato demócrata, y Joe Biden, en ese aspecto, ha logrado navegar estas aguas con bastante agilidad. Tal vez donde más se notan estas divisiones internas ha sido el tema de Israel, donde Biden ha resistido los llamados desde la izquierda a cortar el apoyo militar. No está claro que un futuro candidato demócrata mantenga la misma lealtad con el estado judío.Desde el lado republicano también hay problemas. Si bien Trump y ahora su candidato a la vicepresidencia, JD Vance, suelen mantener un discurso pro-Israel, también apoyan una serie de posturas que hacen cuestionar sus verdaderas intenciones. Vance saltó a la fama con sus memorias, en que publica su experiencia como hijo de madre soltera en una región pobre y aislada en las montañas de Ohio. En ese entonces Vance era un férreo crítico de Donald Trump, diciendo que Trump podría llegar a ser un Hitler norteamericano. Pero posteriormente se acercó más a Trump y los sectores más radicales del Partido Republicano, donde asumió posturas que se alinean con la externa derecha, notablemente apoyando la teoría del gran reemplazo, una teoría de conspiración que sostiene que unas misteriosas élites, lideradas por, entre otros, judíos como George Soros, tienen un plan maestro para reemplazar a votantes blancos con inmigrantes y minorías raciales para dominar las elecciones. Vance ha dicho que los Demócratas desean promover la invasión de inmigrantes para “reemplazar a los votantes que ya están acá”. Recordemos a los manifestantes que marcharon en Charlottesville gritando que “Los judíos no nos reemplazarán!”. Más concretamente, como senador Vance votó en contra del proyecto de ley que le otorgaba ayuda militar a Israel y Ucrania. También ha hecho eco de las acusaciones que ha hecho Trump hacia la comunidad judía: dice que es “razonable” tildar a los judíos de desleales por seguir votando en su mayoría por Demócratas.La relevancia del nombramiento de Vance es que Trump claramente ve en él el futuro de Partido Republicano, un futuro arraigado en la frustración y los temores de – para hacer una caricatura – hombres, cristianos, blancos de clase trabajadora. Frente esta ola política se puede entender que el Partido Demócrata siga optando por uno de los pocos líderes que todavía pueda atraer votos de hombres, blancos provenientes de regiones económicamente deprimidas. Pero las encuestas muestras que hoy Biden, claramente disminuido por edad y tal vez enfermedad, ha perdido ese apoyo, y los otros sectores clave de apoyo, como afroamericanos y latinos, también están dudando. La encrucijada para los EEUU es histórica. Hoy la política norteamericana está definida por la política de identidad, no solamente entre las minorías raciales y sexuales que apoyan el Partido Demócrata, sino también entre los populistas nacionalistas que dominan el Partido Republicano. Como resultado, los partidos ya no son grandes carpas inclusivas, y EEUU será mucho menos capaz de enfrentar a los poderes emergentes, amenazas terroristas, y defender el orden internacional liberal.