Un thriller humano
Por Gianfranco Ragliantti
Charlie Kaufman es el guionista que está detrás de varias de las películas más refrescantes de los últimos 20 años, como “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, “Being John Malkovich”, o “El Ladrón de orquídeas” (“Adaptation”). Todas ellas, eso sí, habían sido dirigidas por otros.
Desde el 2008, con “Synecdoche, New York”, comenzó a dirigir su propio material y si su filmografía previa ya coqueteaba con elementos surrealistas, estando él mismo tras las cámaras su obra se volvió mucho más experimental y, a la vez, más críptica.
“I’m thinking of ending things” es la adaptación de una novela que fue descrita como un thriller sicológico, un género que no es el que uno esperaría cuando escucha por primera vez la trama: un treintañero lleva a su polola de hace sólo unas semanas a la casa de su infancia, a presentarle a sus papás, mientras ella alberga ciertas dudas sobre la relación. De ahí el título, ella está pensando en terminar con él.
La película va construyendo una atmósfera inquietante apoyada en lo desolador del paisaje, el aislamiento rural de la granja familiar, la tormenta de nieve como una constante amenaza y, especialmente, las actuaciones de los actores que interpretan a los suegros. El guion también acierta al permitir que los personajes se interrumpan, dejando ideas inconclusas. Uno no está acostumbrado a eso en el cine y, si ocurre, siempre es evidente y tiene alguna intención particular (como, por ejemplo, ocultarle información al espectador). Sin embargo, en esta película, el que queden cosas pendientes no cumple un propósito narrativo, sino psicológico. La incomodidad que a uno le provoca este efecto contribuye de manera directa a potenciar la inquietud que busca el autor.
Kaufman parece haber encontrado en la novela que adaptó una buena excusa para profundizar en varios temas que le interesan y que ya había abordado antes en “Synecdoche, New York”. Aunque ella se trata de un director de teatro que busca conseguir la mayor representación de realismo en el escenario, construyendo un mundo propio dentro de un galpón, la intención original de Kaufman era hacer una película de terror, pero que no estuviera centrada en vampiros, fantasmas o monstruos ficticios, sino que el terror viniera de la propia existencia humana. Que el terror con el que se lidiara fuera la propia mortalidad o la brevedad de la vida.
El deconstruir el género del terror, intentando recoger con códigos cinematográficos aquello que es lo que nos infunde el miedo (o, quizás, la incomodidad) en nuestro día a día, es quizás lo más rescatable de “I’m thinking of ending things”.
Porque, lamentablemente, me parece que esta es una película fallida, en el sentido de que algunos mensajes que buscaba transmitir Kaufman (a los que uno sólo puede acceder leyendo algunas entrevistas) no están suficientemente desarrollados. Es cierto que se ponen en pantalla muchos elementos que uno puede interpretar e, incluso, haciendo algunos ejercicios de adivinación, es posible entender del todo la trama.
Sin embargo, cuando uno lee lo que el autor buscaba comunicar, la sensación con la que uno se queda no es la de haber tenido una epifanía (como ocurre cuando se revela el sentido de otras obras cuyo significado está originalmente oculto para el espectador). Más bien, uno se siente algo decepcionado y se pregunta si se perdía algo haciendo explícito lo que Kaufman sólo transmite a través de pistas tan personales (para él) que son indescifrables si es que uno no lee lo que él tiene que decir al respecto.
Desafortunadamente, uno esperaría que todo esté en la pantalla y que no fuera necesario leer un manual de instrucciones para entender las películas. Especialmente, si aun leyendo ese manual, uno no se siente recompensado sino engañado.
De todas formas, creo que vale la pena verla. En ningún caso es “aburrida”. Cada secuencia y cada diálogo ofrece, por sí mismo, su propia gratificación. Además, sepan que, si quedan muy confundidos, hay suficiente material en internet como para poder atar todos los cabos sueltos y, por lo demás, siempre es bueno abrirse a apreciar otros aspectos en las películas.