Marcela Kirberg siempre tuvo una relación especial con su tío abuelo Luis, relación que, desde que ella hizo Aliá, hace seis años y medio, se hizo incluso más cercana. Todos los fines de semana viaja desde Raanana, donde reside, al kibutz Ramot Menashé, donde vive su tío, en el Distrito Norte de Israel. Ahí pasan largas horas conversando y revisando fotos familiares. Y fue en una de esas conversaciones que Marcela escuchó una historia que la impulsó a escribir “Puros cuentos” el libro en que relata la historia de vida de “Lucho Kirberg”, aunque él prefiere decir -con humildad- que se trata de un libro sobre la historia de su kibutz.
“Tiene un montón de historias, partiendo por la de alguien que a los 20 años cambia su vida para hacer Aliá, para crear un kibutz, es un libro que habla de sionismo. Cuando lo escribimos, no quisimos abordarlo como una biografía. Este es un libro de historia judía, habla de lo que aprendemos en el colegio. No es solamente para la familia, sino para la comunidad.”, cuenta Marcela al teléfono desde Israel, anticipando que dentro de los próximos días se suma una edición en hebreo a la que ya se publicó en español y que estará disponible en la Biblioteca del Círculo Israelita de Santiago, CIS, y a pedido a través del E-mail contacto.puroscuentos@gmail.com.
¿Qué te motivó a escribir el libro?
-Partió cuando hice Aliá, y empecé a ir a ver a mi tío los fines de semana y a conocer su historia. Siempre me llamó la atención todo lo que me contaba, me parecía súper interesante, hasta que en una conversación me dice “Bueno, mi mefaked (comandante) en la Guerra de la Independencia era Itzjak Rabin”, y yo dije pero cómo esto tan importante no lo sabía y pensé que la familia tampoco.
Además, yo soy muy fanática de la escritora Julia Navarro, y en el libro “Dispara, yo ya estoy muerto” justamente hay un capítulo donde habla de una misión que su objetivo era despejar el camino a Jerusalem, para que pudieran pasar convoys con comida y abastecimiento. El fin de semana después de que yo leí ese capítulo, fui a ver a mi tío y me dice, cuando estábamos hablando de la Guerra de la Independencia, “Bueno, una de mis misiones era despejar el camino de Jerusalem para que pasaran los convoys”. O sea, ¡mi tío me estaba contando algo que yo leí en una novela de Julia Navarro, que es Best Seller! Y ahí dije listo, ahora yo me voy a poner a grabar cada vez que él me diga “Te voy a contar un cuento”, porque siempre tiene cuentos para contar, por eso el libro se llama “Puros cuentos”. Justo había renunciado a mi trabajo y en el tiempo libre empecé a pasar las grabaciones a texto para ya hacer el libro. Pero todo partió por eso, porque me di cuenta de que tenía una impresionante historia que contar.
También dices en el libro que siempre tuviste un vínculo especial con tu tío Luis, que era hermano de tu abuelo Rafael, Z.L., ¿nos puedes contar cómo era la relación entre ustedes?
-Él es hermano de mi Tata Rafael, que falleció hace ya 12 años. Mi tío viajaba todos los veranos a Chile, y recuerdo desde que soy chica que yo pasaba con él todos los veranos en Reñaca. Siempre era entretenido y jugábamos, entonces yo pensaba que era mi abuelo también, no entendía que era el hermano de mi abuelo. Para mí verlo a él era jugar y reírme.
Cuando empecé a ser más grande, entendí el tema de la distancia y todo, pero nos mantuvimos en contacto por mail, con mucho amor siempre. Y cuando digo que es mi tío abuelo suena tan lejano, que prefiero ni decirlo. Yo voy todos los fines de semana a verlo y pasamos horas conversando, siempre me cuesta despedirme y volver a Raanana.
¿Tuvo influencia en tu decisión de hacer Aliá?
-No, porque tampoco yo entendía todas sus motivaciones para hacer Aliá. Hace poco hablamos de eso y somos los dos de la familia que tomamos una decisión que rompe esquemas, que dejamos la comodidad de estar en la comunidad judía de Chile y el estatus para estar acá. Yo estoy con mi marido, está su familia acá, y mi tío, él es mi familia. Y nos sentimos identificados en eso.
Como cuentas en el libro, cuando tu tío informa que tomó la decisión de hacer Aliá, su familia se lo tomó para la broma.
-Es que estamos hablando del ’48, ellos habían venido desde Europa, su papá falleció súper joven y la mamá tuvo que hacerse cargo sola de sus hijos, que eran súper luchadores. Y de repente llegó él a decir “Me voy a Israel a pelear una guerra”, no se lo tomaron en serio hasta que se fue. Estamos hablando de una época en que no era tan conocido el sionismo, de hecho en el libro él cuenta que fue en Hashomer Hatzair que le contaron sobre el antisemitismo, que era una palabra nueva para él. Ahora todo es mucho más conocido, se habla más dehacer Aliá o de hacer un programa de Masá.
Y en tu caso, ¿cómo se lo tomó tu familia?
-No en broma, como con él. Terminé mi carrera y decidí hacer Aliá. Desde chica me sentí siempre muy sionista, y no sé si eso me lo habrá pasado mi tío. Pero de toda mi familia siempre fui la que hablaba todo el tiempo de Israel, y eso sí creo que lo heredé de alguna forma de mi abuela, a la que no conocí porque falleció cuando mi papá era muy joven, pero preguntando por ella supe que fue una de las primeras mujeres en la Federación Sionista de Chile, y me identifiqué en muchas cosas con ella.
Y fue gracias a mi abuela que el tío “Lucho” conoció a la persona que lo metió en Hashomer Hatzair. Está todo conectado, y por eso creo que él -quizás por osmosis- me traspasó su espíritu sionista.
Una de las cosas novedosas e interesantes del libro es que incluyes unos recuadros con información complementaria, ¿por qué se te ocurrió trabajarlo así?
-Bueno, primero quería contarte que en uno de los viajes que hice a Chile me junté con unas personas de una editorial, porque me importaba mucho que los editores fueran chilenos, para entender los modismos que usa el tío en su vocabulario, porque él es chileno de tomo y lomo. Y me interesaba también que fueran judíos o estuvieran relacionados con la comunidad para que entendieran lo impresionante que es la historia de su participación en la guerra con Itzjak Rabin, Z.L. Y Escriviendo, que es la empresa editora, me ayudó mucho con los recuadros.
La idea de agregarlos, como comenté, es no hacer de este libro una biografía, sino que efectivamente tuviera información de hechos históricos. Por ejemplo, cuando él habla de la llegada de sus papás a Argentina, se habla de la comunidad judía de Argentina, y también están las notas al pie, si hablamos del Barón Hirsch, explicamos quién es, qué hizo y por qué gracias a él los judíos emigraron de Europa. Y así hacerlo accesible para quienes no saben de historia.
El libro salió en Chile en enero de este año, ha tenido una muy linda recepción y he recibido comentarios muy gratificantes. Me gustaría destacar uno que recibí de mi primo Rodrigo Hinzpeter, que describe de tan linda forma a Lucho, que decidimos agregarlo en el principio del libro en hebreo: “Qué trabajo notable hiciste para que entremos en “los cuentos” de un hombre único, formidable, valiente, de convicciones severas. ¡Cuánto carácter y cuánta bondad se reúnen en él! Cuando lees su vida te das cuenta por qué Israel es tan fuerte: simplemente porque fue forjado por hombres de acero, pero de un acero luminoso que da luz a quienes se le acercan…”.