Humanizar el conflicto palestino-israelí en Chile
Por Manuel Ferez, Profesor Medio Oriente y Cáucaso
Considero que éste es un conflicto que enfrenta a dos grupos nacionales que se disputan un territorio al que ambos consideran propio y exclusivo. Con el paso del tiempo y la frustración generada por la no resolución del tema, se han ido generando y consolidado poderosas narrativas exclusivistas y maximalistas que niegan al otro, su historia y su legitimidad. De ahí esos slogans indolentes tan repetidos pero poco pensados en Chile como “Israel es un Estado ilegítimo”, “Los palestinos no existen”, “Los judíos no son un grupo nacional”, “Los palestinos deberían irse a Jordania”, “Israel no tiene derecho a existir”, “Los palestinos son unos radicales terroristas”, “Los israelíes son racistas”, entre otros comentarios que transpiran odio e intolerancia.
Creo que la solución más justa es la de dos Estados independientes y viables en fronteras negociadas bilateralmente. Desde esa postura he apoyado, económica y personalmente, desde hace más de 20 años a iniciativas generadas por las sociedad civil como Shalom Ajshav, Machsom Watch, Adalah, Neve Shalom, Rabbis for Human RIghts, The Parents Circle, entre otras iniciativas que desgraciadamente no merecen el interés de judíos y palestinos chilenos.
Me asumo como un mero observador distante pues este es un conflicto que sufren otras personas, palestinos e israelíes de carne y hueso, mismos a los que estas narrativas radicales les han negado la voz. Siempre hablando a nombre de ellos los políticos, académicos y figuras públicas chilenas cometen un error al abstraer al palestino e israelí y a partir de esas abstracciones, tanto apologistas como satanizantes, construir un discurso de odio y mentiras sobre otros seres humanos lo que sólo aumenta leña a un fuego que ni siquiera los quema a ellos.
El nivel de violencia, descalificación y difamaciones que se registra en Chile en relación al tema palestino-israelí es algo que jamás había visto. He podido estudiar y vivir en países como Alemania, España, Turquía, Azerbaiyán e Israel y, si bien me había encontrado con comentarios desagradables, falsos e injustos sobre árabes, musulmanes, palestinos, judíos e israelíes expresados en redes sociales y medios de comunicación, el caso de Chile me parece preocupante porque el calor de las discusiones sobre el conflicto palestino-israelí, ha traspasado los límites que, en un país democrático, deben existir a la libertad de expresión.
En Chile es común que políticos aparezcan en medios de comunicación difamando y realizando acusaciones en relación a los judíos y sionistas (palabra que se emplea despectivamente) con total impunidad; que “periodistas” y “analistas” lucren con el conflicto palestino-israelí empleando un discurso de odio y descalificación insultante obteniendo espacios públicos, y que académicos monopolicen los espacios universitarios desde los cuales adoctrinan a una audiencia cautiva sobre un tema complejo y humano.
En el Medio Oriente se registra un proceso de larga data que ha llevado a que prácticamente no queden comunidades cristianas ni judías en la región y que las que sobreviven lo hagan en una situación precaria de sumisión y marginación. Cristianos y judíos han sido objeto de genocidios, matanzas y expulsiones masivas a lo largo del siglo XX y XXI. A lo anterior se suma un silencio y complicidad de figuras públicas chilenas identificadas con la izquierda humanista (a la cual me he adherido toda la vida) ante una Turquía que reconvierte Hagia Sophia en mezquita; una dictadura siria que ha destruido al país; un fundamentalismo iraní que ejecuta disidentes y persigue homosexuales; la desgracia de Yemen o su silencio ante la violación a los derechos humanos que se comenten en todos los países de la zona y no sólo en Palestina. ¿Por qué no hay llamadas a boicot de esos países? ¿Por qué no hay manifestaciones contundentes y constantes ante esto? ¿Por qué a estos “humanistas” les importan unos temas pero callan ante otros?
Considero que el derecho a opinar libremente sobre cualquier tema debe ser acompañado de responsabilidad y obligación de comprobar aquello que se opina en la esfera pública. Los constantes comentarios de políticos así como las opiniones en redes sociales de artistas, académicos y otras figuras públicas en relación al tema palestino-israelí no sólo me parecen falsas sino también inútiles para una solución justa del conflicto entre palestinos e israelíes y parecen estar enfocadas en incitar un clima de violencia entre las comunidades palestina y judía de Chile.