Esperanza, visión positiva y solidaridad: nuestras armas para superar la pandemia
Por Rabino Eduardo Waingortin
Cuentan que Ben Gurión dijo una vez: “El Estado Judío tiene un arma secreta que es imbatible. Sus iniciales son Alef Bet, eso es, Ein Breirá, no tenemos alternativa”. Eso es para nosotros un paradigma. Cuando estamos entre la espada y la pared, cuando nos sentimos aprisionados, sabemos que no hay más alternativa que buscar una salida, mientras pedimos a D-s que nos ayude. Esto lo hemos aprendido a través de generaciones, es nuestra memoria histórica.
En el Séder de Pésaj cantamos una canción muy hermosa que dice: “Vehí she amda la avoteinu ve lanu”. D-s es quien nos sostuvo, tanto a nuestros padres como a nosotros, porque en cada generación se levantaron para destruirnos y el Santo, Bendito Sea, siempre nos ha salvado. Hemos tenido situaciones difíciles, claro que las hemos tenido. Y en todas debimos sobreponernos y sobrevivir. Como dice Isaías, nuestro árbol, a veces talado a ras del suelo, siempre retoña. “Shear yashuv”, el resto, lo que quede del pueblo judío volverá, volverá a retoñar y a florecer.
Antes de Birkat HaMazón -la bendición por la comida- en las festividades o en Shabat, agregamos Shir Hamaalot, el salmo 126. Recordamos allí uno de esos momentos emblemáticos, que fue el retorno de Babilonia. Decimos “Nuestros labios se llenaron de risa y de alegría, y las naciones pudieron ver que D-s está con nosotros”, agregando “los que siembran con lágrimas cosechan con alegrías”. Para mí, esa frase es parte de este paradigma de comportamiento del pueblo judío. Hemos sembrado con lágrimas durante siglos, pero siempre hemos cosechado con alegría. Hemos sembrado a través de las prácticas y valores de la tradición judía, siempre centrados en el estudio y en la formación de comunidades. Y hemos cosechado con alegría, generando creatividad y pertenencia, solidaridad y trascendencia.
Si hemos sobrevivido, si hemos salido adelante, fue por estas grandes fortalezas que nos otorgó D-s y que hemos aprendido durante nuestra tan particular historia.
Hay un midrash que dice que los imperios se parecen al Sol y el pueblo de Israel, a la Luna. Los imperios se parecen al Sol porque, al mediodía, el Sol irradia con tanta fuerza que muchas veces quema y abrasa todo lo que toca. Así fueron Asiria, Babilonia, el Antiguo Egipto, Roma, Grecia e incluso los nazis. Todos ellos tuvieron momentos de gran esplendor. Pero cuando cae la noche, el Sol desaparece de nuestra vista, y así fueron esos grandes imperios, todos desaparecieron. En cambio, el pueblo de Israel se parece a la Luna. Porque podemos ver a la Luna tanto de noche como en un día claro. Podrá estar en cuarto creciente, menguante, Luna llena o Luna nueva, pero siempre se la puede encontrar.
Lo que vale para nuestra historia nacional, debemos extrapolarlo a nuestra historia personal. Las dificultades pueden quemar a veces como el Sol, pero nosotros debemos ser como la Luna. Quizás debamos pasar por un estado de cuarto menguante, pero debemos saber que sobreviviremos y volveremos a entrar en la fase de cuarto creciente.
Esto nos dice que debemos tener una visión positiva. Debemos tratar de ver lo bueno en todas las cosas. “Hakarat ha tov” significa reconocer lo bueno, ver lo bueno a nuestro alrededor. Este es uno de los valores más importantes del judaísmo.
Los judíos, yehudim, debemos nuestro nombre nacional a Yehudá, el cuarto hijo del patriarca Jacob y su esposa Lea. La matriarca ya había tenido tres hijos antes, Rubén, Shimón y Levi. Sin embargo, recién cuando nace su cuarto hijo dice: “Esta vez agradeceré a D-s” y por eso le puso de nombre Yehudá. La palabra Yehudá significa agradecer, ser judío es ser agradecido. Encontrar lo bueno, capitalizar las experiencias, fortalecernos con la adversidad, todo eso es parte de nuestra esencia nacional y debe ser parte de nuestra esencia individual.
Estamos pasando tiempos difíciles, muchos sentimos ansiedad o angustia. Pero debemos recordar nuestra raíz judía y nuestra resiliencia nacional para aplicarla en lo individual. Debemos poner el énfasis en lo bueno que hay en nuestro alrededor y mirar cuán privilegiados que somos incluso en estos momentos difíciles, pues tener una comunidad es una garantía de que no estamos solos, somos una familia y nadie va a quedar desprotegido.
Debemos mirar hacia adelante con una visión positiva y, como decía el, el Rebe de Braslav, “lo leityaesh”, no desesperar, nunca perder la esperanza. Los luchadores de los ghettos compusieron el himno de los partisanos, con letra de Hirsh Glik, y que dice “Nunca digas que tu senda es la final, nubes plomizas cubren un cielo celestial”. Hay un cielo azul detrás de cada nube plomiza. La esperanza, la visión positiva y la solidaridad entre nosotros son fundamentales para sobreponernos a esta pandemia.