Comentario de series y películas
Por Gianfranco Raglianti
Sin embargo, revisando algunas fotos antiguas, me encontré con una que tomé en alguna estación del metro, en enero de este año, de un día en que colapsó el transporte público (ya ni siquiera recuerdo el motivo). La foto en cuestión muestra a una muchedumbre sin ningún tipo de distanciamiento físico, desplazándose en masa hacia alguna de las salidas. Era como si la misma densidad de personas por metro cuadrado que se experimenta en hora punta en los vagones, ahora se encontrara en el sector de las boleterías, luchando por salir al aire puro y llegar a tiempo a sus trabajos.
¿Qué es lo que estoy tratando de decir con todo este prolegómeno? Que, aunque se nos olvide, no siempre es tan agradable compartir con gente.
Y dado que todavía nos queda un buen tiempo antes de poder sociabilizar de la forma en que estábamos acostumbrados, quería dar el puntapié inicial a esta sección de recomendaciones hablando del misántropo más divertido de la televisión actual: Larry David. Así nos acordamos y tenemos presente que, por cada cumpleaños o matrimonio al que tenemos ganas de ir, hay un sinnúmero de invitaciones a las que asistimos por compromiso y que estaríamos gustosos de rechazar; que por cada abrazo que extrañamos, hay abrazos de Año Nuevo o de gente que descuida su higiene personal que preferiríamos no haber dado nunca; que, así como hay salidas a comer que atesoramos en nuestros recuerdos, también existe esa ocasión en que el mozo confió en exceso en su memoria y trajo cualquier plato o que, por mucho que nos gustaría ver una buena película en una pantalla grande, podemos alegrarnos de que, al menos en nuestras casas, nadie contesta el teléfono para decir en un susurro gritado “Estoy en el cine” y tampoco nadie te patea la espalda cuando se acomoda en el asiento de atrás.
En “Curb Your Enthusiasm” (CYE), Larry David interpreta a un judío millonario, que vive principalmente de los ingresos que generan las regalías de “Seinfeld” (serie que creó junto con Jerry Seinfeld) y cuestiona constantemente las convenciones sociales. O sea, se interpreta a sí mismo.
Obras en las que el protagonista es una versión ficticia de su creador, exagerando sus rasgos más peculiares, existen muchas: desde las películas de Woody Allen (aunque en ellas el protagonista nunca se llama Woody Allen), hasta la misma “Seinfeld”, pasando por “Louie” (de Louis C.K.) o “Adaptation” (de Charlie Kaufman).
Sin embargo, pocas son tan propicias para ver en estos tiempos y alegrarse de evitar a la gente como CYE. Y eso sin contar que, además, es de por sí extremadamente divertida.
Los capítulos tienen una estructura narrativa que les va a recordar muchísimo a “Seinfeld”. Suelen consistir en: David, rebelándose contra alguna convención social, hace algo que ofende a alguien; posteriormente, por algún giro del destino, David se ve perjudicado por esa misma convención o por el propio ofendido. Pero a diferencia de “Seinfeld”, CYE apela a la espontaneidad y a un formato mucho más cercano al género documental: no hay risas grabadas, es aceptado el uso de la cámara en mano y se deja muchísimo espacio a la improvisación (no usan guiones sino escaletas y casi todo el elenco son comediantes).
Van 10 temporadas de 10 capítulos cada una y se acaba de confirmar una onceava. Está disponible en HBO Go.